terça-feira, 31 de julho de 2007

O que significa rendição

Render-se a Deus não é resignação passiva, fatalismo ou desculpa para a preguiça. Não é resignar-se com a situação, mas significa exatamente o oposto: sacrificar a vida ou sofrer, a fim de mudar o que precisa se mudado. Deus freqüentemente chama as pessoas que se entregaram a ele, para batalhar em seu nome; render-se não é para covardes ou subservientes. Do mesmo modo, não significa desistir do raciocínio lógico; Deus não desperdiçaria a mente que lhe concedeu! Deus não quer ser servido por robôs. Render-se não é suprimir a própria personalidade; Deus quer utilizar sua personalidade singular. Em vez de diminuí-la, render-se a aprimora. C. S. Lewis observou: “quando mais deixamos que Deus assuma o controle sobre nós, mais autêntico nos tornamos - pois foi ele quem nos fez.

A rendição se manifesta mais claramente na obediência e na confiança. Você não pode chamar Jesus de senhor, quando se recusa a obedecer.

Aquele que verdadeiramente se rendeu a Deus diz: “Pai, se este problema, dor, doença ou circunstancia é necessário para a tua gloria e o cumprimento do teu propósito na minha vida ou na vida de outro alguém, por favor, não o afastes”. Esse nível de maturidade não facilmente alcançado.

Extraído do livro: “Uma vida com propósitos” de Rick Warren

sexta-feira, 27 de julho de 2007

Efésios 1:3-14

3 Bendito o Deus e Pai de nosso Senhor Jesus Cristo, que nos tem abençoado com toda sorte de bênção espiritual nas regiões celestiais em Cristo,

4 assim como nos escolheu nele antes da fundação do mundo, para sermos santos e irrepreensíveis perante ele; e em amor

5 nos predestinou para ele, para a adoção de filhos, por meio de Jesus Cristo, segundo o beneplácito de sua vontade,

6 para louvor da glória de sua graça, que ele nos concedeu gratuitamente no Amado,

7 no qual temos a redenção, pelo seu sangue, a remissão dos pecados, segundo a riqueza da sua graça,

8 que Deus derramou abundantemente sobre nós em toda a sabedoria e prudência,

9 desvendando-nos o mistério da sua vontade, segundo o seu beneplácito que propusera em Cristo,

10 de fazer convergir nele, na dispensação da plenitude dos tempos, todas as coisas, tanto as do céu, como as da terra;

11 nele, digo, no qual fomos também feitos herança, predestinados segundo o propósito daquele que faz todas as coisas conforme o conselho da sua vontade,

12 a fim de sermos para louvor da sua glória, nós, os que de antemão esperamos em Cristo;

13 em quem também vós, depois que ouvistes a palavra da verdade, o evangelho da vossa salvação, tendo nele também crido, fostes selados com o Santo Espírito da promessa;

14 o qual é o penhor da nossa herança, ao resgate da sua propriedade, em louvor da sua glória.

terça-feira, 24 de julho de 2007

Muito interessante!

Ontem, estava no ponto aguardando o onibua chegar, quando bem em frente, em uma banca de revista, vi uma cena que me chamou atenção, quando entrou na banca de revista uma mãe e três filhos para comprar revistas; de vários gêneros, fiquei encantado com a cena. Porque, quase a gente não se vê mais este desejo nos adolescentes e jovens pela literatura, não vemos mais a leitura de gibis, de revistas de motos e carros nas mãos dos jovens e adolescentes hoje em dia. Vemos jovens e adolescentes que já aos nove anos de idade estão inseridos na internet, que não mais têm interesse em ler livros ou revistas, juntar figurinhas ou coisa parecidas. Acredito que como pastores e pais devemos levar os filhos e as crianças à bibliotecas, às bancas de revistas, para que eles possam serem despertados para a cultura. Uma das coisas que mais gosto de ganhar de presente é um livro, quem me dá um livro, será lembrado por toda a minha vida, pois, me fez crescer, me fez imaginar e pensar.

que possamos pensar nisso e verificar que a banca mais próxima de sua casa, é um ambiente de cultura para seus filhos.

EL AVIVAMIENTO

Por Charles G. Finney

EL ESPÍRITU DE ORACIÓN

"Y de igual manera, también el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad, pues, qué es Io que hemos de pedir como conviene, no Io sabemos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles.

"Y el que escudriña los corazones sabe cuál es la mentalidad del Espíritu, porque conforme a la voluntad de Dios intercede por los santos." (Romanos 8:26, 27.)

Nuestra ignorancia respecto a la voluntad de Dios, tanto la que se revela en la Biblia, como la que no nos es revelada, es tan grande, que tenemos que saber por medio de sus providencias. La humanidad está prácticamente en ignorancia tanto de las promesas y profecías de la Biblia, como ciega a la providencia de Dios. Y aún están más a oscuras sobre aquellos puntos en que Dios no ha dicho nada excepto por medio de la dirección de su Espíritu. He mencionado estas cuatro fuentes de evidencia en las cuales se funda la fe en la oración: promesas, profecías, providencias y el Santo Espíritu. Cuando fallan todos los otros medios para guiarnos al conocimiento de qué es o que hemos de pedir al orar, el Espíritu nos guiía.

Sé de un hombre (Nora: indudablemente se trata de él mismo) que estaba en gran oscuridad espiritual. Se retiró para orar, resuelto a no desistir hasta haber hallado al Señor. Se arrodilló y trató de orar. Todo era oscuro y no podía orar. Se levantó un rato; pero no quería ceder, porque había prometido que no dejaría que se pusiera el sol aquel día, sin haberse entregado al Señor. Se arrodilló de nuevo; pero todo era oscuro, y su corazón era tan duro como antes. Estaba casi desesperado y dijo en agonía: "He agraviado el Espíritu de Dios y no hay promesa para mi. Estoy apartado de la presencia de Dios."

Pero, estaba resuelto a no rendirse y se volvió a arrodillar. Había dicho unos pocas palabras solamente cuando este pasaje apareció en su mente, como si acabara de leerIo: "Y me buscaréis y me hallaréis, cuando me buscareis de todo corazón" (Jeremias 29:13). Vio que aunque esta promesa estaba en el Antiguo Testamento y estaba dirigida a los judíos todavía era aplicable a él, como a ellos. Y esto quebrantó su corazón, como el martillo del Señor, en un momento. Y oró, y se levantó feliz en Dios.

Conocí a un individuo (Rev. Daniel Nash), que acostumbraba hacer una lista de las personas por las cuales tenía un interés especial; y he tenido la oportunidad de conocer a multitud de personas, por las cuales él estaba interesado, que se convirtieron inmediatamente. Le he visto orar por personas en su lista y estaba literalmente agonizando por ellas; y en algunas ocasiones he sabido que había llamado a otra persona para que le ayudara a orar por alguien. He sabido que su mente se concentraba así en un individuo de carácter endurecido, abandonado, y que no podía ser alcanzado por los métodos corrientes. El siguiente es uno de estos casos:

En una ciudad en la parte norte de este Estado, en que había un avivamiento, vivía cierto individuo que era un enemigo del cristianismo, violento y ofensivo. Tenía una taberna y se deleitaba jurando y blasfemando siempre que había cristianos cerca, que le estaban oyendo, con el propósito de molestarles. Era tan malo que un vecino dijo que debía vender su casa, o darla, y marcharse de la ciudad, porque le era imposible vivir cerca de un hombre que blasfemaba así. Pues bien, este buen hombre del cual estoy hablando, pasó por la ciudad y oyó hablar del caso, y sintió mucha pena por el individuo. Lo puso en su lista de oración. El caso pesaba en su mente cuando dormía y cuando estaba despierto. Siguió pensando en este hombre impío, y orando por él, día tras día. Y, cuando menos se esperaba, el tabernero fue a una reunión, se levantó y confesó sus pecados, y derramó su alma, el hombre más quebrantado que he visto. Confesó todo lo que había hecho.

Su taberna inmediatamente se convirtió en una sala para reuniones de oración. De esta manera el Espíritu de Dios conduce a los cristianos a orar por cosas por las que no orarían, de no ser guiados por el Espíritu; y así oran "según la voluntad de Dios".

1. Se ha hecho mucho mal diciendo que esta clase de influencia equivale a una nueva revelación. Mucha gente tendrán miedo de ella si oyen que se la llama así, y no se pararán a inquirir lo que significa, ni procurarán saber si las Escrituras la enseñan o no. La verdad es que el Espíritu guía al hombre a orar; y si Dios guía a un hombre a orar por un individuo, la inferencia a sacar de la Biblia es que Dios le ha destinado a ser salvo. Si hallamos, comparando nuestro estado mental con la Biblia, que somos guiados por el Espíritu para orar por un individuo, tenemos buena evidencia de que Dios está preparado a bendecirle.

2. Los cristianos que oran con devoción, con frecuencia, ven estas cosas por anticipado, tan claramente que incluso dan lugar a que otros tropiecen. A veces, parece que profetizan. No es de extrañar que algunos se equivoquen cuando piensan que son conducidos por el Esplritu sin serlo. Pero no hay duda que un cristiano puede discernir claramente las señales de los tiempos y así entender, por la Providencia, lo que hay que esperar, y orar por ello con fe. Así son conducidos a esperar un avivamiento y a orar por él con fe, cuando nadie más ve ninguna señal del mismo.

3. Había una mujer en Nueva Jersey, en un lugar en que había habido un avivamiento. Estaba convencida de que iba a haber otro. Quería celebrar una "serie de reuniones". Pero el pastor y los ancianos no veían ninguna razón para hacerlo, y se negaron. Ella veía que estaban ciegos y quería seguir adelante. Dijo a un carpintero que le hiciera sillas, porque iba a celebrar reuniones en su propia casa; ¡estaba segura que habría un avivamiento! Apenas había abierto sus puertas para las reuniones, que el Espíritu de Dios descendió con gran poder, y aquellos miembros adormilados se hallaron rodeados de pecadores redargüidos de pecado. Sólo podían decir: "Ciertamente, Jehová está en este lugar y yo no lo sabía" (Genesis 28: 16). La razón por la que personas como esta mujer entienden la indicación de la voluntad de Dios, no es porque tengan una sabiduría superior, sino porque el Espíritu de Dios les guía aver las señales de los tiempos. Y esto, no por revelación; sino que lo ven por un convergir de providencias a un punto único, que produce en ellos una expectativa confiada de un resultado cierto.

El texto dice: "El mismo Espíritu hace intercesión con gemidos indecibles." El significado de esto, creo yo, es que el Esplritu estimula deseos demasiado grandes para ser pronunciados excepto gimiendo; llenando el alma demasiado para que estos gemidos puedan ser expresados por palabras, de modo que la persona sólo puede gemirlos a Dios, el cual entiende el lenguaje del corazón.

4. ¿Cómo es redargúido un pecador? Pues, pensando en sus pecados. Esta es la manera en que un cristiano obtiene sentimientos profundos, pensando en un objeto. Dios no va a concederte estas cosas a menos que te esfuerces. Tienes que hacer caso de las impresiones más ligeras. Toma una Biblia y repasa los pasajes que muestran las condiciones y posibilidades del mundo. Mira el mundo, tus hijos, vecinos y ve su condición mientras están en pecado; luego, persevera en oración y esfuérzate hasta que obtengas la bendición del Espíritu de Dios.

Me he entretenido más en este tema, porque quiero dejarlo bien claro para que tengas cuidado de no agraviar al Espíritu. Quiero que tengas ideas elevadas del Espíritu Santo, y sientas que no hay nada bueno sin sus influencias. Sin El no sirve de nada ni la oración ni la predicación. Si Jesucristo viniera aqui a predicar a los pecadores, ni uno se convertiría sin la intervención del Esplritu. Ten cuidado, pues, de no agraviarlo, desairándole o descuidando sus influencias celestiales cuando El te invita a orar.

5. Vemos de todo esto lo obsurdo de usar fórmulas en la oración o libros de oración. La misma idea de usar una forma escrita o aprendida, o modelo, rechaza, como es natural, la guía del Espíritu. No hay nada más opuesto al espíritu de oración, y calculado para oscurecer y confundir la mente, que el usar formas. Las oraciones en forma escrita no son sólo un absurdo en sí, sino que son una añagaza del diablo para destruir el espíritu y quebrantar el poder de la oración. No sirve de nada decir que la forma es buena. La oración nO consiste en palabras. Y no importa qué palabras se dicen si el Espíritu de Dios no las guía. Si el deseo no esta enardecido, los pensamientos son dirigidos y toda la corriente de sentimiento producida y guiada por el Espíritu de Dios, lo que decimos no es oración. Y las fórmulas sólo impiden que un individuo ore como debería.

6. "El Espíritu hace intercesión"; ¿para quién? ¡para los santos! Los que son santos son afectados así. Si sois santos sabéis por experiencia qué es esto: y si no, es porque habéis agraviado al Espíritu de Dios, de modo que no os guía. Vivis de tal forma que este Santo Consolador no mora en vosotros ni os da el espíritu de oración. Si es así, tenéis que arrepentiros. No te pares a considerar si eres cristiano o no, pero arrepiéntete, como si no lo hubieras hecho nunca. Empieza a hacer obras. No des como un hecho que ya eres cristiano, sino ve, como un humilde pecador, y vierte tu corazón ante Dios. No puedes tener el espíritu de oración de ninguna otra manera.

7. Nada suele producir una excitación y una oposición tan rápidamente como el espíritu de oración. Si una persona está tan abrumada con la situación de los pecadores, y gime en su oración, algunos se ponen nerviosos y al punto se les reprende. Por mi parte aborrezco toda afectación de sentimiento cuando no hay ninguno, y todos los esfuerzos de alentarse y cobrar calor uno mismo, por medio de gemidos. Pero creo que he de defender la posición de que hay un cierto estado mental, en el cual sólo hay una manera de abstenerse de gemir: esto es, resistiendo al Espíritu Santo.

Estuve una vez presente en una discusión sobre este tema. Se dijo que "los gemidos tenían que ser considerados reprobables". Se hizo inmediatamente la pregunta: "¿Puede Dios producir un estado tal de sentimiento que haga imposible contener los gemidos?" La respuesta fue: "Sí, pero no lo hace nunca." Entonces el apóstol Pablo se hallaba en la más egregia confusión cuando escribió: "Con gemidos indecibles." Edwards se engañaba cuando escribió su libro sobre avivamientos. Ahora bien, nadie que repase bien la historia de la Iglesia va a adoptar este punto de vista. No me gusta este intento de cerrar, acallar, ahogar o limitar el espíritu de oración. Más bien me cortaría la mano derecha que rechazar y reprender el espíritu de oración, como he oído que se hacía, diciendo: "¡Que no se oigan más gemidos!"

segunda-feira, 23 de julho de 2007

A vida na terra é uma incumbência de confiança

Nosso tempo sobre a terra, nossa energia, inteligência, oportunidades, relacionamento e recursos são dádivas que Deus nos confiou para cuidarmos e administrarmos. Somos mordomos de tudo quanto Deus nos dá. Esse conceito de mordomia começa com o reconhecimento de que Deus é o dono de tudo e de todos na terra. A Bíblia diz: ao Senhor Deus pertencem o mundo e tudo o que nele existe; a terra e todos os seres vivos que nela vivem são dele (Salmo 24:1).

Nós nunca realmente possuímos qualquer coisa durante nosso breve período na terra. Deus apenas nos empresta a terra enquanto estamos aqui. Ela já era propriedade de Deus antes que você chegasse, e Deus irá empresta-la a outra pessoa depois que você morrer.

Tudo que você pode fazer é desfruta-la por algum tempo.

O primeiro serviço que Deus deu aos homens foi administrar e cuidar das “coisas” dele sobre a terra. Desta função o homem jamais foi exonerado. Tudo de que nós desfrutamos deve ser tratado como uma incumbência de confiança que Deus nos pôs nas mãos.

Ao fim de sua vida sobre a terra, você será avaliado e recompensado conforme seu desempenho ao lidar com o que Deus lhe confiou. Isso significa que tudo que você faz, mesmo uma simples tarefa diária, tem implicações eternas.

A maioria das pessoas não consegue perceber que o dinheiro é tanto um teste quanto uma incumbência de confiança dada por Deus. Deus usa a área financeira para nos ensinar a confiar nele. E, para muitas pessoas, o dinheiro é o maior de todos os testes. Deus observa a forma em que usamos o dinheiro para testar quão confiáveis somos. A Bíblia diz: se vocês forem indignos de confiança em relação às riquezas deste mundo, quem lhes confiará as verdadeiras riquezas celestiais (Lucas 16:11).

O modo de administrar o meu dinheiro determina quanto Deus pode confiar em mim com as bênçãos espirituais.

Soli Deo Gloria!

Extraído do livro: Uma vida com propósitos, Rick Warren

sexta-feira, 20 de julho de 2007

A Centralidade da Cruz

por

James Montgomery Boyce

Se a morte de Cristo na cruz é o verdadeiro significado de sua encarnação, não existe evangelho sem a cruz. O nascimento de Cristo, por si mesmo, não é a essência do evangelho. Mesmo a ressurreição, embora seja importante no plano geral da salvação, não é o cerne do evangelho. As boas-novas não consistem apenas no fato de que Deus se tornou homem, ou de que Ele falou com o propósito de revelar-nos o caminho da vida, ou de que a morte, o grande inimigo, foi vencida. As boas-novas estão no fato de que Deus lidou com nosso pecado (do que a ressurreição é uma prova); que Jesus sofreu o castigo como nosso Representante, de modo que nunca mais tenhamos de sofrê-lo; e que, por isso mesmo, todos os que crêem podem antegozar o céu. Gloriar-se na Pessoa e nos ensinos de Cristo somente é possível para aqueles que entram em um novo relacionamento com Deus, por meio da fé em Jesus como seu Substituto. A ressurreição não é apenas uma vitória sobre a morte, mas também uma prova de que a expiação foi satisfatória aos olhos do Pai (Rm 4.25) e de que a morte, o resultado do pecado, foi abolida por causa desta satisfação. Qualquer evangelho que proclama somente a vinda de Cristo ao mundo, significando a encarnação sem a expiação, é um falso evangelho. Qualquer evangelho que proclama o amor de Deus sem ressaltar que seu amor O levou a pagar, na pessoa de seu Filho, na cruz, o preço final pelos nossos pecados, é um falso evangelho. O verdadeiro evangelho é aquele que fala sobre o “único Mediador” (1 Tm 2.5-6), que ofereceu a Si mesmo por nós. E, assim como não pode haver um evangelho que não apresenta a expiação como o motivo para a encarnação, assim também sem a expiação não pode haver vida cristã. Sem a expiação, o conceito de encarnação facilmente se degenera num tipo de deificação do homem, levando-o a arrogância e auto-exaltação. E além disso, com a expiação (ou sacrifício) como a verdadeira mensagem da vida de Cristo e, por conseguinte, também da vida do cristão, quer homem ou mulher, esta deverá conduzi-lo à humildade e ao auto-sacrifício em favor das reais necessidades de outros. A vida cristã não demonstra indiferença àqueles que estão famintos e doentes ou têm qualquer outra dificuldade. A vida cristã não consiste em contentar-nos com as coisas que temos, ou com um viver da classe média, desfrutando de uma grande casa, carros novos, roupas finas e boas férias, ou com uma boa formação educacional, ou com a riqueza espiritual de boas igrejas, Bíblias, ensino correto das Escrituras, amigos ou uma comunidade cristã. Pelo contrário, a vida cristã envolve a conscientização de que outros carecem de tais coisas; portanto, precisamos sacrificar nossos próprios interesses, para nos identificarmos com eles, comunicando-lhes cada vez mais a abundância que desfrutamos...Viveremos inteiramente para Cristo somente quando estivermos dispostos a empobrecer, se necessário, para que outros sejam ajudados.


Fonte: Fé para Hoje, Versão Online, Número 8, Ano 2000.

Criado para ser eterno

Deus tem [...] plantado a eternidade no coração humano. (Eclesiastes 3.11)

Deus certamente não teria criado um ser como o homem para existir por um dia!
Não, não... o homem foi feito para a imortalidade.
(Abraham Lincoln)

quinta-feira, 19 de julho de 2007

EL AVIVAMIENTO

Por

Charles G. Finney


REUNIONES DE ORACIÓN

"Y cualquier cosa que pidáis al Padre en mi nombre, la haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo. Si me pedls algo en mi nombre, yo lo haré." (Juan 14:13,14.)

1. Dios nos ha hecho de tal forma, y tal es la operación de su gracia, que somos seres que sentimos afinidad unos por otros, nos comunicamos los sentimientos. Un ministro, por ejemplo, con frecuencia, inspirará sus propios sentimientos a toda la congregación. El Espíritu de Dios que inspira su alma, hace uso de los sentimientos para influir en sus oyentes, tal como hace uso de las palabras que predica. Del mismo modo usa Dios los sentimientos de los cristianos. No hay nada más apropiado para inspirar un espíritu de oración que el unirse en oración conjunta con otro que tiene el Espíritu él mismo; a menos que éste esté tan adelantado que su oración sea una repulsa para el resto. Su oración despertará a los otros, siempre que no estén a demasiada distancia, atrás, como para alterarse y resistirle. Si están más o menos a la misma altura en los sentimientos, su espíritu los alumbrará, los encenderá y el fuego se esparcerá alrededor. Un individuo que posee el espíritu de oración, a veces, levanta a una iglesia entera, y extiende el mismo espíritu alrededor, de lo que resulta un avivamiento general.

2. Deja la reunión al Espíritu de Dios. Que los que desean orar, oren. Si el lider ve algo que haya que enderezar, que lo haga notar, libremente y con amabiliidad, y una vez rectificado, que se siga. Sólo que hay que ser cuidadoso de decir lo que sea en el momento oportuno, para no interrumpir el curso del sentimiento, o apartar los pensamientos de las personas del tema apropiado.

3. Generalmente, los hay siempre que oran largo rato en una reunión, no porque tengan el espíritu de oración, sino porque no lo tienen. Son personas que van desenvolviendo una oración interminable, diciéndole a Dios quién es y qué es, o bien despliegan al orar todo un sistema teológico. Algunos predican; otros exhortan al pueblo, hasta que todo el mundo desea que se callen, y Dios también, supongo. Deberían ir al grano, orar por lo que tienen que orar, y no seguir la imaginación de sus corazones por todo el universo.

Cosas que pueden destruir una reunión de Oración.

4. Cuando hay una falta de confianza en el líder, no hay que esperar ninguna bendición. Sea por la causa que sea, aunque no tenga la culpa, el hecho es que el que dirige una reunión puede impedir toda bendición. He presenciado esto en iglesias, en que había algún anciano o diácono desgradable (quizá con razón, quizá no) que dirigía, y la reunión moría bajo su infiuencia. Si hay una falta de confianza con respecto a la piedad, capacidad, juicio o lo que sea, relacionada con la dirección de una reunión, todo lo que esta persona diga o haga caerá en el suelo. Lo mismo se puede decir que ocurre en una iglesia que ha perdido la confianza en el ministro.

5. Hay personas que llegan tarde a la reunión. Esto es un gran estorbo. Cuando se ha empezado a orar, y la atención está concentrada, con los ojos cerrados y la mente abierta, y en medio de una oración, alguien abre la puerta y atraviesa la habitación. Algunos miran y su mente se distrae. Cuando tratan de concentrarse otra vez, entra otro, y así sucesivamente. Yo creo que el diablo no se preocupará mucho del número de personas que asistan a una reunión de oración, con tal que lleguen después que haya empezado la reunión. Yo creo que, en realidad, está contento que vayan muchos así, para que pueda mantener distraídos a todos, escurriéndose entre los demás y buscando un asiento, para tener a todo el mundo distraído.

6. Si se canta demasiado, esto estorba la reunión. El espíritu que siente agonía por orar, no lleva a las aimas a cantar. Hay tiempo para todo, tiempo para cantar y tiempo para orar. Pero si sé lo que es sufrir dolores de parto por las almas, los cristianos nunca tienen menos ganas de cantar que cuando tienen el espíritu de oración por los pecadores.

7. Con frecuencia la reunión de oración sufre daño porque los decién convertidos son llamados a cantar himnos gozosos. Esto es altamente inapropiado en una reunión de oración. No es el momento de que se entusiasmen en gozoso canto cuando hay tantos pecadores alrededor, y sus propios antiguos amigos, que avanzan en dirección al infierno. Un avivamiento se ve con frecuencia amortecido cuando la iglesia y el ministro se dejan llevar por el impulso de cantar con los recién convertidos. Pues, al cesar de orar, para gozarse cuando tendrían que sentir más y más por los pecadores, agravian el Espíritu de Dios, y pronto se encuentran que su intenso deseo y agonía por las almas se han desvanecido.

8. Las reuniones de oración son, con frecuencia, demasiado largas. Habría que terminarlas cuando los cristianos todavía sienten interés, y no dejar que se deshilvanen hasta que todo interés ha muerto y el espíritu de oración ha desaparecido.

Todo ministro debería saber que si descuida las reuniones de oración, toda su labor es en vano. A menos que consiga creyentes que asistan alas reuniones de oración, todo lo demás que haga no va a mejorar la condición espiritual de su iglesia.

9. Las reuniones de oración son las reuniones más dificiles de mantener, y sin duda ha de ser así. Son tan espirituales que, a menos que el líder esté especialmente preparado, su corazón y su mente, pronto van a disminuir. Es en vano que el líder se queje que los miembros de la iglesia no asisten. De diez casos, nueve es el líder el que tiene la culpa de que no haya asistencia. Si él tuviera los sentimientos que debe tener, los miembros encontrarían la reunión tan interesante que asistirían de modo natural. Si es tan frío y aburrido, y falto de espiritualidad que enfría a todo el mundo, no es de extrañar que los miembros no asistan a las reuniones. Hay quejas por parte de los diáconos u otras personas a cargo de las reuniones que hay falta de asistencia a las mismas, pero la verdad es que son ellos los que con su frialdad hielan de muerte a todos los que asisten.

10. El gran objetivo de todos los medios de gracia es la conversión de los pecadores. Deberias orar para que se convirtieran allí. No ores para que sean despertados y redargüidos, sino para que se conviertan allí mismo. Nadie debería orar, o hacer algún comentario de modo que diera la impresión de que considera que algunos pecadores saldrán de allí sin haber dado su corazón a Dios. Hay que dar la impresión en su mente de que es en aquel momento que han de entregarse. Si tienes esto en cuenta cuando cuando oras, Dios escuchará.

quarta-feira, 18 de julho de 2007

UMA VIDA CHEIA DO ESPÍRITO

Por

CHARLES G. FINNEY

Revestimento do Poder do Alto

Neste artigo pretendo estudar as condições sob as quais podemos obter o revestimento de poder. Tomemos informações nas Escrituras. Não pretendo encher este jornal de citações da Biblia, mas simplesmente registrar alguns fatos que serão logo reconhecidos por todos os leitores das Escrituras. Se os leitores do presente artigo quiserem conhecer, no último capítulo de Mateus e de Lucas, a incumbência que Cristo deu aos discípulos, e, ainda, os dois primeiros capítulos de Atos dos Apóstolos, estarão prontos para apreciar o que vou dizer neste artigo.

1) Os discípulos já estavam convertidos a Cristo, e tiveram confirmada a sua fé pela ressurreição de Jesus. Nesta altura, porém, devo esclarecer que a conversão a Cristo não deve ser confundida com a consagração à grande obra da conversão do mundo. Na conversão, a pessoa trata direta e pessoalmente com Cristo. Abre mão dos seus preconceitos, antagonismos, justiça própria, incredulidade e egoísmo. Aceita Cristo, confia nele e a ele ama acima de tudo. Tudo isso os discípulos tinham feito, uns mais claramente. outros, menos. Ainda não tinham recebido, porém, nenhuma incumbência precisa, nem tampouco qualquer revestimento especial de poder para desempenharem uma incumbência.

2) Depois, porém, que Cristo dissipou o desnorteamento que lhes resultara da crucificação de Jesus e confirmou sua fé por meio de repetidos encontros com eles. deu-lhes a grande incumbência de ganhar para ele todas as nações. Admoestou-os, porém, a que aguardassem em Jerusalém até que fossem revestidos de poder do alto, o que, disse ele, haviam de receber dentro de poucos dias. Observemos agora o que fizeram. Reuniram-se, homens e mulheres, para orar. Aceitaram a incumbência, chegando, sem dúvida, à compreensão da natureza do encargo e da necessidade do revestimento espiritual que Cristo lhes prometera. Ao continuarem, dia após dia, em oração e conferência, chegaram, sem dúvida, a apreciar cada vez mais as dificuldades que os haviam de cercar, e a sentir cada vez mais a sua própria insuficiência para a tarefa.

Se examinarmos as circunstãncias e os seus resultados. chegaremos à conclusão de que eles, sem exceção, se consagraram e tudo quanto tinham para a conversão do mundo, como sendo esta a tarefa da vida. Abandonaram totalmente a idêia de viverem para si mesmos, e se dedicaram com todas as forças à obra que lhes fora confiada. Essa consagração de si mesmos à obra, essa auto-renúncia, esse morrer para tudo quanto o mundo lhes pudesse oferecer, forçosamente precedeu a busca inteligente do prometido revestimento de poder do alto. Continuaram então, de comum acordo, em oração pelo prometido batismo do Espírito, que abrangia tudo quanto era essencial ao bom êxito.

Nota. Eles tinham diante de si uma obra a realizar. Tinham uma promessa de poder para que a pudessem desempenhar. Foram admoestados a esperar até que a promessa se cumprisse. Como esperaram? Não na indiferença e inatividade; não em preparativos, por meio de estudos e outros recursos, visando dispensar o poder prometido; não entregando-se aos afazeres normais e fazendo de vez em quando uma oração pedindo que cumprisse a promessa; ao contrário, permaneceram em oração e persistiram no pedido até que veio a resposta. Compreendiam que seria um batismo do Espírito Santo. Sabiam que viria da parte de Cristo. Oraram com fé. Aguardaram na mais firme expectativa, até o revestimento. Deixemos, pois, que esses fatos nos instruam quanto às condições para se receber o revestimento de poder.

Nós, como cristãos, temos a mesma incumbência. Tanto quanto aqueles discípulos, necessitamos do revestimento de poder do alto. Evidentemente a mesma ordem nos é dada, de esperarmos em Deus até que o recebamos. Temos a mesma promessa que eles tinham: tomemos, pois, essencialmente e em espírito, o mesmo caminho que tomaram. Eles eram crentes e tinham certa medida do Espírito para guiá-los na oração e na consagração. Nós também o temos.

Todo crente possui uma certa medida do Espírito de Cristo, o suficiente do Santo Espírito para nos levar à verdadeira consagração e nos inspirar com a fé que é essencial para a vitória na oração. Deixemos, pois, de entristecê-Io ou resistir-lhe: aceitemos a incumbência, consagrando-nos integralmente, com tudo quanto possuímos, à salvação de almas, como o nosso grande e único trabalho na vida. Coloquemo-nos sobre o altar, como tudo que temos e somos, ali permanecendo e persistindo na oração até que recebamos o revestimento.

Quero reafirmar que a conversão a Cristo não deve ser confundida com a aceitação dessa incumbência de salvar o mundo. Aquela é uma transação pessoal entre a alma e Cristo, tratando da própria salvação; esta é a aceitação do serviço em que Cristo se propõe a ocupar-nos. E Cristo não nos exige a confecção de tijolos sem nos fornecer a palha necessária. Àquele a quem ele dá a incumbência, dá também a admoestação e a promessa. Se de coração aceitarmos o serviço, crermos na promessa e atendermos à admoestação a que esperemos no Senhor até que a nossa força seja renovada, havemos de receber o revestimento.

É da mais absoluta importância que compreendamos que cada crente individualmente recebe de Cristo o encargo de conquistar o mundo. Todos nós temos sobre os ombros a grande responsabilidade de ganhar para Cristo o maior número possível de aimas. É esse o grande privilégio e dever de todos os discípulos de Cristo. Há vários setores nesse trabalho, mas para todos eles podemos e devemos possuir poder, para que, quer preguemos ou oremos, escrevamos ou publiquemos, negociemos, viajemos, cuidemos de crianças ou administremos o governo do Estado, seja qual for a nossa ocupação, toda a nossa vida e influência sejam repletas desse poder. Cristo declara: "Quem crer em mim, como diz a Escritura, do seu interior fluirão rios de água viva"; quer dizer, que dele procederá uma influência cristã, tendo em si o fator do poder para levar a impressão da verdade de Cristo ao coração dos homens.

A grande carência da Igreja atualmente é, primeiro, a convicção profunda de que essa incumbência de ganhar o mundo é dada a cada um dos discípulos de Cristo como a tarefa a realizar na vida. É lamentável termos de dizer que a grande massa dos cristãos professos, segundo parece, nunca se impressionou com essa verdade. O trabalho de salvar aimas deixam-no por conta dos ministros.

A segunda grande carência é a convicção profunda da necessidade desse revestimento de poder sobre cada um individualmente. Muitos que professam a fé imaginam que isso é apenas para aqueles que são chamados para a carreira ministerial. Deixam de compreender que todos são chamados a pregar o evangelho; que a vida inteira de cada cristão deve ser uma proclamação das boas-novas.

Falta, em terceiro lugar. uma fé sincera na promessa desse revestimento. Vasto número de crentes professos, e até mesmos pastores, parece duvidar que a promessa seja realmente para toda a Igreja. Se não pertence a todos, eles não sabem a quem pertence. Evidentemente não podem reclamar a promessa pela fé.

Em quarto lugar, falta aquela perseverança em esperar em Deus, que as Escrituras recomendam. Desfalecem antes de obter a vitória, e, por conseguinte. deixam de receber o revestimento. Multidões, ao que parece, satisfazem-se com a esperança da vida eterna. Nunca deixam para trás a questão da própria salvação, entregue a Cristo como assunto liquidado. Não aceitam a grande incumbência de trabalhar para a salvação de outros, porque a sua fé é tão fraca que não abandonam confiantemente nas mãos de Cristo a questão da própria salvação. Afé mesmo ministros do evangelho, segundo tenho observado, estão no mesmo caso e coxeando do mesmo modo, incapazes de se entregarem completamente ao trabalho de salvar outros, porque, até certo ponto, estão inseguros quanto à própria salvação.

É simplesmente espantoso a que ponto a lgreja tem praticamente perdido de vista a necessidade desse revestimento de poder. Ouase todos afirmam que somos dependentes do Espírito Santo, porém essa dependência é muito pouco apreciada. Crentes e até mesmo pastores póem-se a trabalhar sem ele. Lastimo ser obrigado a dizer que as fileiras do ministério, ao que parece, estão-se enchendo de homens que o não possuem. Oxalá o Senhor tenha misericórdia de nós! Será julgada descaridosa essa última afirmativa? Se for, ouçamos, por exemplo, o relatório da Sociedade de Missões Internas, sobre o assunto. Não se há de negar que alguma cousa está mal.

A média de cinco almas ganhas para Cristo por missionário daquela sociedade em um ano de trabaIho, indica inegavelmente uma fraqueza alarmante no ministério. Será que todos, ou mesmo a maioria, desse ministros foram revestidos do poder que Cristo prometeu? Se não o foram, qual a razão? Se o foram, foi só isso que Cristo pretendeu pela sua promessa?

Em artigo anterior afirmei que o recebimento desse poder é um fato instantâneo. Não quero com isso dizer que, em todos os casos, a pessoa que o recebeu ficou ciente da hora exata em que o poder começou a operar poderosamente em seu ser. Pode ter começado como o orvalho e aumentado até tornar-se uma chuva.

Fiz referência ao relatório da Sociedade de Missões Internas, não que eu imagine que os irmãos que trabalham naquela sociedade sejam excepcionalmente fracos em fé e poder como obreiros de Deus. Pelo contrário, baseado no meu conhecimento pessoal de alguns deles, considero-os entre os mais consagrados e abnegados obreiros da causa de Deus. Esse fato ilustra a assustadora fraqueza que existe em todos os ramos da Igreja, tanto o clero como os leigos. Então não somos fracos? -- criminosamente fracos?

Talvez alguém pense que, escrevendo desta maneira, ofenderei o ministério e a Igreja. Não posso crer que o registro de fato tão palpável seja considerado ofensa. A verdade é que alguma cousa está lamentavelmente deficiente na educação do ministério e da Igreja. O ministério está fraco, porque a Igreja está fraca. E a Igreja conserva-se fraca pela fraqueza do ministério. Oxalá houvesse a convicção da necessidade desse revestimento de poder e da fé na promessa de Cristo!

terça-feira, 17 de julho de 2007

La oración que prevalece

Por Charles Finney


La oración eficaz del justo tiene mucha fuerza (Santiago 5:16).


Hay dos medios necesarios para fomentar un avivamiento: uno es el influir en los hombres; el otro el influir en Dios. Con la verdad empleada de influir en Dios no quiero decir que la mente de Dios se cambie por la oración o que se cambie su disposición de carácter. Pero la oración produce un cambio tal en nosotros que hace compatible para Dios hacer lo que de otro modo no sería compatible. Cuando un pecador se arrepiente, este estado de sentimiento hace apropiado que Dios lo perdone. Dios siempre ha estado dispuesto a perdonarlo bajo estas condiciones, de modo que cuando el pecador cambia sus sentimientos y se arrepiente, no se requiere ningún cambio de sentimiento en Dios para perdonarlo. Es el arrepentimiento del pecador el que hace posible su propio perdón, y es la ocasión para que Dios actúe así.

Algunos yerran en la dirección opuesta. Pierden de vista el hecho de que la oración, cuando es ofrecida por sí misma, aunque se hiciera para siempre, no daría ningún resultado. Algunos van a sus cuartos solos «para orar», simplemente porque «han de decir sus oraciones». Ha llegado la hora en que tienen el hábito de orar, sea a la mañana, al mediodía o cuando fuere. Pero en vez de tener algo que decir, no hay nada definido en su mente, y oran según les vienen las palabras, lo que flota en su imaginación en aquel momento, y cuando han terminado apenas se acuerdan de lo que han dicho. Esto no es oración efectiva.

La oración eficaz

Para orar de modo efectivo has de orar con sumisión a la voluntad de Dios. No confundas la sumisión con la indiferencia. Son muy distintas. Conocí a un individuo que vino a un lugar en que había un avivamiento. Él estaba frío, y no entró en el espíritu del mismo, y no tenía espíritu de oración; y cuando oyó que los hermanos oraban como si Dios no se les pudiera negar lo que pedían, se sobresaltó de su atrevimiento, y siguió insistiendo en la importancia de orar con sumisión; cuando era evidente que confundía la sumisión con la indiferencia.

Mientras no conozcamos la voluntad de Dios, el someterse sin oración, es tentar a Dios. Quizá, aunque no lo sepamos, el hecho de que ofrezcamos la clase adecuada de oración puede ser lo que cambie el curso de las cosas. En el caso de un amigo impenitente, la importunidad y fervor de tu oración puede muy bien ser lo que lo salve del infierno.

La oración que prevalece se ofrece hoy, cuando los cristianos se han enfervorizado hasta un punto de importunidad y santo atrevimiento, que cuando después miraron hacia atrás, se asombraron de que se hubieran atrevido a ejercer tal importunidad ante Dios. Y con todo, estas oraciones suyas habían prevalecido y obtenido la bendición. Y muchas de estas personas, con las que tengo amistad, se hallan entre las más santas que he conocido.

La tentación a orar por motivos egoístas es tan fuerte que hay razón para temer que las oraciones de muchos padres nunca se han elevado más allá de deseos de ternura paterna o materna. Y esta es la razón por la que muchas oraciones no han sido contestadas y porque muchos padres piadosos y que oran tienen hijos infieles. Gran parte de la oración para el mundo pagano parece basada solo en el principio de la simpatía. Hay misioneros, y otros, que insisten casi exclusivamente en los millones de paganos que van al infierno, mientras se dice muy poco de que están deshonrado a Dios.

Muchos cristianos llegan a la oración que prevalece por medio de un proceso retardado. Su mente se va llenando gradualmente de ansiedad sobre un objeto, de modo que se dedican a sus quehaceres suspirando sus deseos ante Dios. Como la madre cuyo hijo está enfermo va rondando por la casa suspirando como si su corazón fuera a partirse. Y si es una madre que ora, sus gemidos suben a Dios todo el día. Si sale de la habitación en que está su hijo, su mente sigue todavía allí; y si está durmiendo, sus pensamientos están sobre él, y se despierta sobresaltada en su sueño, pensando que quizá su hijo está muriendo. Toda su mente está absorbida en aquel niño enfermo. Este es el estado de la mente de los cristianos que ofrecen oración que prevalece.

El espíritu de aquellos que han estado en aflicción por las almas de otros, me parece a mí, no es diferente del apóstol que sufría por las almas, y «deseaba él mismo ser anatema, separado de Cristo, por amor a sus hermanos» (Romanos 9:3). No es distinto tampoco de la del salmista (Salmo 119:53): «El furor se apoderó de mí a causa de los inicuos, que dejan tu ley». Y en Salmo 119:136: «Ríos de agua descendieron de mis ojos, por los que no guardan tu ley». Ni del profeta Jeremías (4:19): «¡Mis entrañas, mis entrañas! Me duelen las fibras de mi corazón; mi corazón se agita dentro de mí; no callaré; porque has oído sonido de trompeta, oh, alma mía, pregón de guerra». Y en los capítulos 9:1 y 13:17, y en Isaías 22:4 también. Leemos de Mardoqueo, cuando vio a su pueblo en peligro de ser destruido con una destrucción eventual (Ester 4:1) que «rasgó sus vestidos, se vistió de saco y, cubierto de ceniza, se fue por la ciudad clamando con grande y amargo clamor.» ¿Y porqué hemos de pensar que las personas no han de desesperarse cuando no pueden tolerar la consideración de la miseria de los que van a la destrucción eterna?

Esto se aplica perfectamente a John Livingstone, el que pasó toda la noche anterior al 21 de junio de 1630 en oración, pues había sido designado para predicar el día siguiente en Kirk of Shotts. Cuando se hallaba solo en el campo, hacia las ocho de la mañana, empezó a escabullirse, por la agonía del temor, cuando el poder abrumador del Espíritu lo constriñó a regresar. Así que predicó, conforme se había arreglado; su texto fue Ezequiel 36:25-26. Después de haber predicado durante una hora y media, unas gotas de lluvia distrajeron a la gente, pero Livingstone, preguntó a la gente si tenían algún cobertizo contra la ira divina, y siguió predicando otra hora. Hubo unos quinientos convertidos en aquel lugar. Esta es una ilustración de un avivamiento tocándose con otro, pues en la gran reunión de Kilsyth &endash;pueblo en que había nacido Livingstone&endash; el 2 y 3 de julio de 1893, William Chalmers Burns, predicando sobre el Salmo 90:3, contó la historia de Kirk of Shotts, e insistió en la inmediata necesidad de recibir a Cristo. «Sentí mi alma conmovida de un modo tan notable &endash;dijo Burns&endash; que me sentí guiado, como el señor Livingstone, a suplicar a los no convertidos a que allí mismo saldaran sus cuentas con Dios... El poder del Espíritu del Señor vino tan poderosamente sobre las almas, como si fuera a arrastrarlas, como el viento poderoso de Pentecostés. Algunos estaban gritando en agonía; otros &endash;entre ellos hombres fuertes&endash; cayeron al suelo como muertos. Me vi obligado a entonar un salmo, nuestras voces se mezclaron con los gemidos de muchos presos que suspiraban por ser libertados.»

La intensidad en la oración

Si quieres orar de modo efectivo, tienes que orar mucho. Se dijo del apóstol Santiago que una vez muerto hallaron que tenía callos en las rodillas, como las rodillas de un camello, de tanto orar. ¡Ah! Este era el secreto del éxito de estos ministros primitivos. ¡Tenían callos en las rodillas!

Si intentas orar de modo efectivo, tienes que ofrecerlo en el nombre de Cristo. No puedes presentarte ante Dios en tu propio nombre. No puedes pedir en tus propios méritos. Pero puedes presentarte en un Nombre que siempre es aceptable. Ya sabemos lo que es usar el nombre de otra persona. Si vamos al banco con un talón firmado por un millonario, puedes sacar el dinero como si lo hiciera él mismo. Pues bien, Jesús te da derecho al uso de su nombre. Y cuando oras en el nombre de Cristo, significa que puedes prevalecer como si fueras Él mismo, y recibir tanto como Dios daría a Jesús si fuera Él quien lo pidiera. Pero has de orar con fe.

Estos fuertes deseos que he descrito son los resultados naturales de gran benevolencia y visión clara, respecto al peligro de los pecadores. Es razonable que sea así. Si las mujeres presentes miraran y vieran que su casa está ardiendo y oyeran los gritos de los que están dentro, se desmayarían de horror y agonía. Y nadie se sorprendería, ni dirían que son tontas o locas por afligirse de tal manera. Es al contrario: todos se extrañarían si no expresaran sus sentimientos así. ¿Por qué, pues, hay que extrañarse si los cristianos sienten lo que he descrito, cuando ven claramente el estado y el peligro de los pecadores? Los que nunca lo han sentido no conocen lo que es la verdadera benevolencia, y su piedad tiene que ser muy superficial. No quiero juzgar severamente, o hablar sin caridad, pero afirmo que esta piedad es superficial. Esto no es crítica, sino la pura verdad.

Cuando los cristianos son llevados a extremos, hacen un esfuerzo desesperado, ponen la carga sobre el Señor Jesucristo y, simplemente, confían en Él como si fueran niños. Entonces se sienten aliviados, entonces sienten cómo el alma por la que han estado orando está salvada. La carga ha desaparecido, y Dios parece calmar el alma con una dulce seguridad de que la bendición será concedida. A menudo, después de que un cristiano ha pasado esta lucha, esta agonía en oración y ha obtenido un alivio así, siente afectos celestiales dulcísimos que salen de él: el alma descansa dulce y gloriosamente en Dios, y «se alegra con gozo inefable y glorioso» (1 Pedro 1:8).

Estos dolores de nacimiento por las almas crean también un notable lazo de unión entre los cristianos fervientes y los recién convertidos. Los que se convierten son muy caros a los corazones de los que tuvieron este espíritu de oración por ellos. El sentimiento es como el de una madre por su primer hijo. Pablo lo expresa con gran belleza, cuando dice: «Hijitos, por quienes vuelvo a sufrir dolores dé parto» &endash;se habían vuelto atrás, y sufría la agonía de un padre sobre su hijo vagabundo&endash; estoy de parto por vosotros otra vez hasta que Cristo sea formado en vosotros. En un avivamiento he notado con frecuencia de qué manera los que tienen el espíritu de oración aman a los recién convertidos. Ya sé que esto es como si hablara de álgebra a los que no lo han sentido.

La humildad y la oración

Otra razón por la que Dios requiere esta clase de oración es que es el único modo en que la Iglesia puede ser preparada debidamente para recibir grandes bendiciones sin ser perjudicada por ellas. Cuando la Iglesia está así postrada en el polvo delante de Dios, y está en la profundidad de la agonía en oración, las bendiciones le hacen bien. Mientras que si recibe la bendición sin esta postración profunda del alma, se envanece y se llena de orgullo. Pero así aumenta su santidad, su amor y su humildad.

El siguiente hecho fue contado por un pastor y yo lo oí. Dijo que en cierta ciudad no había habido ningún avivamiento durante muchos años; la iglesia estaba casi extinguida, los jóvenes eran todos inconversos y la desolación era general. Vivía en una parte retirada de la ciudad un anciano, herrero, el que tartamudeaba tanto, que era penoso escucharlo. Un viernes, estando en su fragua, solo, su mente se conmovió por el estado de la iglesia y la cantidad de impenitentes. Su agonía era tan grande que se vio llevado a dejar su trabajo, cerrar el taller y pasar la tarde en oración.

Prevaleció, y el sábado llamó al pastor y le dijo que convocara a una «reunión». Después de algunas dudas el pastor consintió; le hizo notar, sin embargo, que temía que asistirían muy pocos. La reunión iba a celebrarse aquella noche en una casa particular grande. Cuando llegó la noche había más gente reunida de la que cabía en la casa. Todos estuvieron silenciosos un rato hasta que un pecador rompió a llorar, y dijo que si alguien podía orar, que orara por él. Otro siguió, y así sucesivamente uno tras otro hasta que había personas procedentes de todos los barrios de la ciudad que estaban bajo una profunda convicción de pecado. Y lo más notable fue que todos coincidieron en dar la hora en que el anciano estaba orando en su taller, como la hora en que fueron convictos de pecado. A esto siguió un poderoso avivamiento. Este anciano tartamudo, pues, prevaleció, y como un príncipe tuvo poder ante Dios.

Separai-vos (II Coríntios 6.17)

O crente, embora esteja no mundo, não é do mundo. Ele deveria ser distinguido do mundo nos grandes objetivos de sua vida. Para o crente, o viver tem de ser Cristo (Fil 1.21). Quer beba, quer coma, quer faça alguma coisa, o crente deve fazer tudo para a glória de Deus (I Cor 10.31). Você pode acumular tesouros, mas, no céu, onde nem a traça nem a ferrugem corrói, e onde ladrões não podem escavar, nem roubar (Mat 6.20). Talvez você queira se esforçar para ser rico, mas a sua ambição deve ser tornar-se rico na fé (Tiago 2.5) e nas boas obras (I Tim 6.18). Você pode desfrutar de prazeres; quando, porém, você se alegrar, cante salmos (Tiago 5.13) e, em seu coração, faça melodias ao Senhor (Efe 5.19).
Em seu espírito, bem como em seus propósitos, você deve ser diferente do mundo, esperando humildemente em seu Deus, sempre consciente de sua presença, deleitando-se na comunhão com Ele. Procurando conhecer a vontade dEle, você comprovará que é membro da raça celestial. Também deve ser separado do mundo em seus atos. Se algo é certo, você tem de fazê-lo, embora venha a sofrer perdas. Se algo é errado, ainda que resulte em ganhos, você tem de rejeitar o pecado por amor ao seu Senhor. Você não deve ter comunhão com as obras infrutíferas das trevas, e sim reprová-las.
Ande de modo digno da sua chamada e posição (Efe 4.1). Lembre-se, crente, você é um filho do Rei dos reis. Portanto, mantenha-se limpo do mundo. Não manche os dedos que logo tocarão cordas celestiais. Não permita que os seus olhos, os quais em breve contemplarão o Rei em sua glória, tornem-se janelas de concupiscência. Não permita que seus pés, que logo caminharão nas ruas de ouro, sejam maculados em lugares lamacentos. Não permita que seu coração. o qual em breve será enchido pelas coisas celestiais e transbordará de regozijo, encha-se de orgulho e infelicidade.


Extraído de Leiturass Diárias, volume 2, C H Spurgeon, Editora Fiel, São José dos Campos, SP.

segunda-feira, 16 de julho de 2007

Porcaria de lei

Olavo de Carvalho

Jornal do Brasil, 24 de maio de 2007

Ilustres senhores parlamentares: Vossas Excelências podem votar, se quiserem, essa porcaria de lei que proíbe criticar o homossexualismo. Podem votá-la até por unanimidade. Podem votá-la sob os aplausos da Presidência da República, da ONU, do Foro de São Paulo, de George Soros, das fundações internacionais bilionárias, do Jô Soares, do beautiful people inteiro.

Não vou cumpri-la.

Não vou cumpri-la nem hoje, nem amanhã, nem nunca.

Por princípio, não cumpro leis que me proíbam de criticar ou elogiar o que quer que seja. Nem as que me ordenem fazê-lo.

Não creio que haja, entre os céus e a terra, nada que mereça imunidade a priori contra a possibilidade de críticas. Nem reis, nem papas, nem santos, nem sábios, nem profetas reivindicaram jamais um privilégio tão alto. Nem os faraós, nem Júlio César, nem Átila, o huno, nem Gengis Khan ambicionaram tão excelsa prerrogativa. O próprio Deus, quando Jó lhe atirou as recriminações mais medonhas, não tapou a boca do profeta. Ouviu tudo pacientemente e depois respondeu. As únicas criaturas que tentaram vetar de antemão toda crítica possível foram Adolf Hitler, Josef Stálin, Mao-Tse-Tung e Pol-Pot. Só o que conseguiram com isso foi descer abaixo da animalidade, igualar-se a vampiros e demônios, tornar-se alvos da repulsa universal.

Nada é incriticável. Quanto mais o simples gostinho que algumas pessoas têm de fazer certas coisas na cama.

Nunca na minha vida parei para pensar se havia algo de errado no homossexualismo. Agora estou começando a desconfiar que há. Nenhuma coisa certa, nenhuma coisa boa, nenhuma coisa limpa necessita se esconder por trás de uma lei hedionda que criminaliza opiniões. Quem está de boa intenção recebe críticas sem medo, porque sabe que é capaz de respondê-las no campo da razão, talvez até de humilhar o adversário com a prova da sua ignorância e má-fé. Só quem sabe que está errado precisa se proteger dos críticos com uma armadura jurídica que aliás o desmascara mais do que nenhum deles jamais poderia fazê-lo. Só quem não tem o que responder pode pedir socorro ao aparato repressivo do Estado para fugir da discussão. E quanto mais se esconde, mais põe sua fraqueza à mostra.

Sim, senhores. Nunca, ao longo dos séculos, alguém rebaixou, humilhou, desmascarou e escarneceu da comunidade gay como Vossas Excelências estão em vias de fazer.

As pessoas podem ter acusado os homossexuais de fingidos, de ridículos, de tarados, de pecadores. Ninguém jamais os qualificou de tiranos, de nazistas, de inimigos da liberdade, de opressores da espécie humana. Vossas Excelências vão dar a eles, numa só canetada, todas essas lindas qualidades.

Depois não reclamem quando aqueles a quem essa lei estúpida jura proteger se tornarem objeto de temor e ódio gerais, como acontece a todos os que tomam de seus desafetos o direito à palavra.

Quem, aprovada a PLC 122/ 06, se sentirá à vontade para conversar com pessoas que podem mandá-lo para a cadeia à primeira palavrinha desagradável? Os homossexuais nunca foram discriminados como dizem que o são. Graças a Vossas Excelências, serão evitados como a peste.


Firmando a sua fé em Jesus

Você pertence àquele pequeno grupo de pessoas que confessam ter fé verdadeira em Cristo e procuram, embora com fragilidade, segui-Lo neste mundo perverso? Penso que sei algumas coisas que se passam em seu coração. Talvez você esteja sentindo que não perseverará até ao fim e que, algum dia, abandonará a sua confissão. Com freqüência, você imagina coisas amargas a respeito de si mesmo e que não possui realmente a graça de Deus. Receio que miríades de verdadeiros crentes estão nesta condição; eles prosseguem, tremendo e duvidando, a sua caminhada em direção ao céu, acompanhados por "Desespero" e "Temeroso"; e, tal como o "Peregrino", têm medo de que nunca chegarão à Cidade Celestial. No entanto, embora seja muito estranho, apesar dos seus gemidos, temores e dúvidas, eles não voltam atrás, para a cidade da qual saíram; eles seguem em frente e, mesmo desfalecidos, avançam e terminam bem.


Meu conselho para esses crentes é bem simples. Cultivem o hábito de firmar mais a sua fé em Jesus Cristo, procurando conhecer mais a plenitude que existe nEle, para todos os membros do seu povo. Não permaneçam a contemplar suas imperfeições e a dissecar seus pecados. Olhem para cima! Contemplem mais o seu Senhor ressurreto, que está nos céus, e procurem compreender ainda melhor que o Senhor Jesus não somente morreu por vocês, mas também ressuscitou e vive à direita de Deus, ministrando como Sumo Sacerdote, Advogado e Amigo Todo-Poderoso de vocês. Quando o apóstolo Pedro andou por sobre as águas, ele foi bem­sucedido enquanto seus olhos estavam fixos no seu Salvador e Senhor Todo-Poderoso. Mas, quando Pedro desviou o olhar para as ondas e o mar, levando em conta o peso de seu corpo, logo começou a afundar e clamou: "Salva-me, Senhor!" Não ficamos admirados ante o fato de que nosso Senhor gracioso disse, enquanto segurava a mão de Pedro e o libertava de um sepulcro de águas: "Homem de pequena fé, por que duvidaste?" Infelizmente, muitos de nós somos como Pedro, desviamos nosso olhar de Jesus, nossos corações desfalecem, e sentimos que estamos afundando.
Ó Deus, ajuda-nos a estar sempre "olhando firmemente para o Autor e Consumador da fé" (Hb 12.2).

J. C. Ryle, extraído da Revista "Fé para Hoje", no 23, p. 22

George Whitefield

"Pregava para as multidões ao ar livre, porque as igrejas na Inglaterra do século 18 não o recebiam"

A partir de 1737, com apenas 23 anos, George Whitefield (1714-1770) assustou a Inglaterra com uma série de sermões que transformaram a sociedade britânica. Atacado pelo clero, pela imprensa e até por uma multidão de insatisfeitos, Whitefield se tomou o pregador mais popular naquela época. Entretanto, antes disso, ele passou por situações muito semelhantes as que experimentam alguns missionários nos dias atuais. Repetidas vezes, ele teve de pregar fora dos portões do templo pelo simples fato de sua pregação apaixonada ser muito distante da usual formalidade dos pastores daquele tempo. Ele chegou a ser agredido em algumas ocasiões. Na cidade de Basingstoke, por exemplo, foi espancado a pauladas. Em Moorfield, destruíram a mesa que lhe servia de púlpito. Em Exeter, durante uma pregação para dez mil pessoas, Whitefield foi apedrejado.

Nada, porém, podia conter aquela mensagem. A influência de Whitefield cresceu de tal forma que ele era capaz de manter atentas 20 mil pessoas, encantadas com seus sermões, por mais de duas horas. Durante 34 anos, a voz de George Whitefield ressoou na Inglaterra e América do Norte. Whitefield era um calvinista firme, de origem metodista. Era um evangelista agressivo que cruzou o Oceano Atlântico 13 vezes a fim de proclamar a salvação também na América. Ele se tornou o pregador favorito dos mineiros de carvão e dos valentões de Londres porque ia até eles em vez de esperá-los dentro das igrejas.
Histórico familiar - Whitefield, um pregador fascinante, contrariou todas as teorias "deterministas". Nasceu em uma taberna em que eram servidas bebidas alcoólicas e morreu pregando a Palavra de Deus como um dos mais sérios servos de Deus de toda a História. Seu pai faleceu quando ele ainda era um bebê. Sua mãe se casou novamente, mas a nova união não melhorou as coisas para o pequeno George, que continuava a limpar os quartos, lavar roupas e servir bebidas aos hóspedes da pensão de sua mãe.

No entanto, apesar de sua família não ser convertida ao Evangelho, Whitefield gostava de ler a Bíblia. Alguns historiadores afirmam que ele foi orientado a manter contato com a Escritura Sagrada por alguns clientes que passavam pela estalagem. Outros, no entanto, preferem atribuir o interesse de George pela Palavra a um milagre de Deus. O fato é que, desde cedo, ele demonstrou talento para a oratória. Alguns anos mais tarde, quando estudava no Pembroke College, em Oxford, Whitefield reunia com freqüência pequenos grupos de colegas em seus aposentos com o propósito de orar e estudar a Bíblia. Conta-se que não eram raras as ocasiões em que os presentes recebiam o batismo com o Espírito Santo.

Os biógrafos asseveram que ele dividia seu tempo livre de tal forma a ficar, aproximadamente, oito horas por dia em devoção a Deus. Na época, ainda jovem, trabalhava como garçom em bares noturnos como meio de sobrevivência. Naquele exato período de sua vida, o futuro pregador conheceu John Wesley e foi, então, que começaram a jejuar e a estudar a Bíblia. Whitefiel compilou alguns dos conceitos mais famosos de Wesley, dentre eles: A verdadeira religião é a união da alma com Deus e a formação de Cristo em nós.
Ainda muito cedo, Whitefield teve de voltar para a casa de sua mãe para poder recuperar-se de um problema respiratório que o assolou em todo o seu ministério.

Para não perder o objetivo da obra de Deus, entretanto, George Whitefield montou uma pequena classe de estudos Bíblicos e começou a visitar os pobres e doentes da região. Os membros de sua igreja não ficaram indiferentes aquele talento e, embora fosse norma não consagrar ao pastorado alguém com menos de 23 anos, Whitefield tornou-se ministro do Evangelho aos 21 anos, por insistência daquela igreja. Mesmo antes de cumprir sua determinação pessoal, de escrever cem sermões para, mais tarde, apresentá-los à igreja e pleitear sua ordenação, Whitefied aceitou o desafio.
Suas primeiras pregações como ministro do Evangelho foram tão intensas, que algumas pessoas se assustaram. Os anciões da igreja, no entanto, deram-lhe apoio e ele entendeu, naquele gesto, uma lição que escrevera para a posteridade:
Desejo, todas as vezes que subir ao púlpito, considerar essa oportunidade como a última que me é dada de pregar; e a última dada ao povo para ouvir a Palavra de Deus. Curiosamente ele, raramente, pregava sem chorar: Vós me censurais por que choro. Mas como posso conter-me, quando não chorais por vós mesmos, apesar das vossas almas mortais estarem à beira da destruição? Não sabeis se estais ouvindo o último sermão, ou não, ou se jamais tereis outra oportunidade de chegar a Cristo, admoestava.

Essa paixão irresistível pela pregação da Palavra é a melhor explicação para alguns fenômenos, ou melhor, milagres espirituais que acompanhariam a carreira ministerial de Whitefield. Em 1750, por exemplo, ele conseguiu reunir dez mil pessoas, diariamente, nas ruas de Londres durante 28 dias, em um evento que, hoje, chamaríamos de cruzadas evangelísticas. Entretanto, a diferença é que ele pregava em uma época em que não havia microfones ou quaisquer outros recursos tecnológicos para ampliar o volume de sua voz. Jornais daquela época registraram que Whitefield podia ser ouvido por mais de 1 km, apesar de seu corpo franzino e de sua voz fraca, por causa dos problemas de saúde. Isso era um milagre de Deus com certeza.
Em outra ocasião, pregando a alguns marinheiros, Whitefield descreveu um navio no olho de um floração. O sermão foi apresentado de maneira tão real, que, no momento em que o pregador descrevia o barco afundando, foi interrompido pelo grito dos marinheiros apavorados com o que consideraram a própria visão do inferno.
Whitefleld, ao contrário do que muitos imaginavam, era um evangelista-missionário. Jamais quis abrir igrejas para levar seus milhares de convertidos. Pelo contrário: ele os orientava a procurarem igrejas locais. Isso porque, dizem seus biógrafos, sua missão evangelística tomava-o de tal forma que não havia nele qualquer interesse na abertura de templos ou em ter conforto. Nas 13 vezes em que realizou cruzadas evangelísticas nos Estados Unidos, Whitefield viajou, a princípio, para colaborar com o orfanato que abrira no estado da Geórgia. Ele adorava pregar para os órfãos e, para muitos deles, Whitefield era a única referência paterna.
Aos 65 anos de idade, já muito doente, Whitefleld ministrou durante duas horas para uma multidão que o esperava em Exeter, Inglaterra. Na mesma noite, partiu para a cidade de Newburysport, a fim de hospedar-se na casa do pastor local. Durante a madrugada, falou ainda com alguns colegas por cerca de 30 minutos e subiu as escadas para o seu dormitório. Lá, morreu, pregando a Palavra de salvação até o último minuto de vida ao seu companheiro de quarto.
Resumo Biblico (1996)

FESTAS JUNINAS

Introdução

Depois do Carnaval, o evento mais esperado do calendário brasileiro são as festas juninas,que animam todo o mês de junho com muita música caipira, quadrilhas, comidas e bebidas típicas em homenagem a três santos católicos: Santo Antônio, São João e São Pedro.

Naturalmente as festas juninas fazem parte das manifestações populares mais praticadas no Brasil.

Seria as festas juninas folclore ou religião? Até onde podemos distinguir entre ambos? Neste estudo não pretendemos atacar a religião católica, já que todos podem professar a religião que bem desejarem, o que também é um direito constitucional. mas tão somente confrontar tais práticas com o que diz a Bíblia.

Herança Portuguesa

A palavra folclore é formada dos termos ingleses folk (gente) e lore (sabedoria popular ou tradição) e significa o conjunto das tradições, conhecimentos ou crenças populares expressas em provérbios, contos ou canções; ou estudo e conhecimento das tradições de um povo, expressas em suas lendas, crenças, canções e costumes.

Como é do conhecimento geral, fomos descobertos pelos portugueses, povo de crença reconhecidamente católica. Suas tradições religiosas foram por nós herdadas e facilmente se incorporaram em nossas terras, conservando seu aspecto folclórico. Sob essa base é que instituições educacionais promovem, em nome do ensino, as festividades juninas, expressão que carrega consigo muito mais do que uma simples relação entre a festa e o mês de sua realização.

Entretanto, convém salientar a coerente distancia existente as finalidades educacionais e as religiosas.

é bom lembrar também que nessa época as escolas, "em nome da cultura", incentivam tais festas por meio de trabalhos escolares, etc... A criança que não tem como se defender aceita, pois se sente na obrigação de respeitar a professora que lhe impõe estes trabalhos (sobre festa Junina), e em alguns casos é até mesmo ameaçada com notas baixas, porquê a professora, na maioria das vezes, é devota de algum santo, simpatizante ou praticante da religião Católica, que é a maior divulgadora desta festa. Neste momento quando se mistura folclore e religião, a criança -inocente por natureza - rapidamente se envolve com as músicas, brincadeiras, comidas e doces. Aliás, não existiria esta festa não fosse a religião. Inclusive existe a competição entre clubes, famílias ou grupos para realizarem a maior ou a melhor festa junina da rua, do bairro, da fazenda, sítio, etc...

Além disso, não podemos nos esquecer de que o teor de tais festas oscila de região para região do país, especialmente no norte e no nordeste, onde o misticismo católico é mais acentuado.

As mais tradicionais festas juninas do Brasil acontecem em Campina Grande (Paraíba) e Caruaru (Pernambuco).

O espaço onde se reúnem todos os festejos do período são chamado de arraial. Geralmente é decorado com bandeirinhas de papel colorido, balões e palha de coqueiro. Nos arraiás acontecem as quadrilhas, os forrós, leilões, bingos e os casamentos caipiras.

Uma Suposta Origem das Festividades

Para as crianças católicas, a explicação para tais festividades é tirada da Bíblia com acréscimos mitológicos. Os católicos descrevem o seguinte:

Nossa Senhora e Santa Isabel eram muito amigas. Por esse motivo, costumavam visitar-se com freqüência, afinal de contas amigos de verdade costumam conversar bastante. Um dia, Santa Isabel foi à casa de Nossa Senhora para contar uma novidade: estava esperando um bebê ao qual daria o nome de João Batista. Ela estava muito feliz por isso! Mas naquele tempo, sem muitas opções de comunicação, Nossa Senhora queria saber de que forma seria informada sobre o nascimento do pequeno João Batista. Não havia correio, telefone, muito menos Intemet. Assim, Santa Isabel combinou que acenderia uma fogueira bem grande que pudesse ser vista à distância. Combinou com Nossa Senhora que mandaria erguer um grande mastro com uma boneca sobre ele. O tempo passou e, do jeitinho que combinaram, Santa Isabel fez. Lá de longe Nossa Senhora avistou o sinal de fumaça, logo depois viu a fogueira. Ela sorriu e compreendeu a mensagem. Foi visitar a amiga e a encontrou com um belo bebê nos braços, era dia 24 de junho. Começou, então, a ser festejado São João com mastro, fogueira e outras coisas bonitas, como foguetes, danças e muito mais!.

Como podemos ver, a forma como é descrita a origem das festas juninas é extremamente pueril, justamente para que alcance as crianças.

As comemorações do dia de São João Batista, realizadas em 24 de junho, deram origem ao ciclo festivo conhecido como festas juninas. Cada dia do ano é dedicado a um dos santos canonizados pela Igreja Católica. Como o número de santos é maior do que o número de dias do ano, criou-se então o dia de Todos os Santos, comemorado em 1 de novembro. Mas alguns santos são mais reverenciados do que outros. Assim, no mês de junho são celebrados, ao lado de São João Batista, dois outros santos: Santo Antônio, cujas festividades acontecem no dia 13, e São Pedro, no dia 28.

Plágio do Paganismo

Na Europa antiga, bem antes do descobrimento do Brasil, já aconteciam festas populares durante o solstício de verão (ápice da estação), as quais marcavam o início da colheita. Dos dias 21 a 24, diversos povos , como celtas, bascos, egípcios e sumérios, faziam rituais de invocação da fertilidade para estimular o crescimento da vegetação, prover a fartura nas colheitas e trazer chuvas. Nelas, ofereciam-se comidas, bebidas e animais aos vários deuses em que o povo acreditava. As pessoas dançavam e faziam fogueiras para espantar os maus espíritos. Por exemplo: as cerimônias realizadas em Cumberland, na Escócia e na Irlanda, na véspera de São João, consistiam em oferecer bolos ao sol, e algumas vezes em passar crianças pela fumaça de fogueiras.

As origens dessa comemoração também remontam à antiguidade, quando se prestava culto à deusa Juno da mitologia romana. Os festejos em homenagem a essa deusa eram denominados junônias. Daí temos uma das procedências do atual nome festas juninas.

Tais celebrações coincidiam com as festas em que a Igreja Católica comemorava a data do nascimento de São João, um anunciado da vinda de Cristo. O catolicismo não conseguiu impedir sua realização. Por isso, as comemorações não foram extintas e, sim, adaptadas para o calendário cristão. Como o catolicismo ganhava cada vez mais adeptos, nesses festejos acabou se homenageando também São João. É por isso que no inicio as festas eram chamadas de Joaninas e os primeiros paises a comemorá-las foram França, Itália, Espanha e Portugal.

Os jesuítas portugueses trouxeram os festejos joaninos para o Brasil. As festas de Santo Antonio e de São Pedro só começaram a ser comemoradas mais tarde, mas como também aconteciam em junho passaram a ser chamadas de festas juninas. O curioso é que antes da chegada dos colonizadores, os índios realizavam festejos relacionados à agricultura no mesmo período. Os rituais tinham canto, dança e comida. Deve-se lembrar que a religião dos índios era o animismo politeísta (adoravam vários elementos da natureza como deuses).

As primeiras referências às festas de São João no Brasil datam de 1603 e foram registradas pelo frade Vicente do Salvador, que se referiu aos nativos que aqui estavam da seguinte forma: os índios acudiam a todos os festejos dos portugueses com muita vontade, porque são muito amigos de novidade, como no dia de São João Batista, por causa das fogueiras e capelas.
Sincretismo Religioso.

Religiões de várias regiões do Brasil, principalmente na Bahia, aproveitam-se desse período de festas juninas para manifestar sua fé junto com as comemorações católica. O Candomblé, por exemplo, ao homenagear os orixás de de sua linha, mistura suas práticas com o ritual católico. Assim, durante o mês de junho, as festas romanas ganham um cunho profano com muito samba de roda e barracas padronizadas que servem bebidas e comidas variadas. Paralelamente as bandas de axé music se espalham pelas ruas das cidades baianas durante os festejos juninos.

Um fator fundamental na formação do sincretismo é que, de acordo com as tradições africanas, divindades conhecidas como orixás governavam determinadas partes do mundo. No catolicismo popular, os santos também tinham esse poder. Iansã protege contra raios e relâmpagos e Santa Bárbara protege contra raios e tempestades. Como as duas trabalham com raios, houve o cruzamento. Cultuados nas duas mais populares religiões afro-brasileiros a umbanda e o candomblé cada orixá corresponde a um santo católico. Ocorrem variações regionais. Um exemplo é Oxóssi, que é sincretizado na Bahia com São Jorge mas no Rio de Janeiro representa São Sebastião. Lá, devido ao candomblé, o Santo Antônio das festas juninas é confundido com Ogun, santo guerreiro da cultura afro-brasileira.

Os Evangélicos e as Festas Juninas

Diante de tudo isso, perguntamos: Teria algum problema os evangélicos acompanharem seus filhos em uma dessas festas juninas realizadas nas escolas, quando as crianças, vestidas a caráter (de caipirinha), dançam quadrilha e se fartam dos pratos oferecidos nessas ocasiões: cachorro-quente, pipoca, milho verde etc?. É óbvio que nenhum crente participa dessas festas com o objetivo de praticar a idolatria, pois tal procedimento, por si só, é condenado por Deus!

Quanto à essa questão, tão polêmica, é oportuno mencionar o comportamento de certas igrejas evangélicas, com a alegação de estarem propagando o evangelho durante o Carnaval, dedicam-se a um tipo duvidoso de evangelização nessa época do ano. Fazem de tudo, inclusive usam blocos carnavalescos com nomes bíblicos. Não devemos nos esquecer, no entanto, de que as estratégias evangelísticas devem ocorrer o ano todo, e não apenas em determinadas ocasiões, O mesmo acaba acontecendo no período das festas juninas. Ultimamente, surgiram determinadas igrejas evangélicas que, a fim de levantar fundo para os necessitados e distribuir cestas básicas aos pobres, estão armando barracas junto com os católicos em locais em que as festas juninas são promovidas por órgãos públicos. Os produtos que vendem, diga-se de passagem, são característicos das festividades juninas. Os cristãos que ficam nas barracas vestem-se a caráter e pensam que, dessa forma, estão procedendo biblicamente.

E o que dizer das igrejas que promovem festas juninas em suas próprias dependências com a alegação de arrecadarem fundos? As festas juninas têm um caráter religioso que desagrada a Deus. Nestas festas ocorrem rezas, canções e missas; as comidas e doces são oferecidos a estes santos -claro que os que comem não são os santos, mas os que participam dela. Este procedimento de "oferecer comida aos santos" é muito parecido aos despachos espíritas nos cemitérios e encruzilhadas; talvez a diferença seja o local da "festa". Então, como separar o folclore da religião se ambas estão intrinsecamente ligadas? O povo de Israel abraçou os costumes das nações pagãs e foi criticado pelos profetas de Deus. A vida de Elias é um exemplo específico do que estamos falando. Ele desafiou o povo de Israel a escolher entre Jeová Deus e Baal. O profeta pôs o povo à prova: Até quando coxeareis entre dois pensamentos? Se o Senhor é Deus, segui-o, e se Baal, segui-o(lRs 18.21). É claro que o contexto histórico do texto bíblico em pauta é outro, mas, como observadores e seguidores da Palavra de Deus, devemos tomar muito cuidado para não nos envolvermos com práticas herdadas do paganismo. Pois é muito arriscada a mistura de costumes religiosos, impróprios à luz da Bíblia, adotada por alguns evangélicos. É preciso que os líderes e pastores aprofundem a questão, analisem a realidade cultural do local em que desenvolvem certas atividades evangelísticas e ministério e orientem os membros de suas respectivas comunidades para que criem e ensinem os filhos nos preceitos recomendados pela Palavra de Deus. O simples fato de proibirem as crianças de participar dessas comemorações na escola em que estudam não resolve o problema, antes, acaba agravando a situação.

O que diz a Bíblia

Para muitos cristãos, pode parecer que a participação deles nessas festividades juninas não tenha nenhum mal, e que a Bíblia não se posiciona a respeito. O apóstolo Paulo, no entanto, declara em I Coríntios 10.11 que as coisas que nos foram escritas no passado nos foram escritas para advertência nossa. Vejamos o que ele disse: Ora, tudo isto lhes sobreveio como figuras, e estão escritas para aviso nosso, para quem já são chegados os fins dos séculos.

O que nos mostra a história do povo de Israel em sua caminhada do Egito para Canaã? Quando os israelitas acamparam junto ao Monte Sinai. Moisés subiu ao monte para receber a lei da parte de Deus. A demora de Moisés despertou no povo o desejo de promover uma festa a Deus. Arão foi consultado e, depois de concordar, ele próprio coletou os objetos de ouro e fabricou um bezerro com esse material, O texto bíblico diz o seguinte:

Ele os tomou das suas mãos, e com um buril deu forma ao ouro, e dele fez um bezerro de fundição. Então eles disseram: São estes, ó Israel, os teus deuses, que te tiraram da terra do Egito. Arão, vendo isto, edificou um altar diante do bezerro e, apregoando, disse: Amanhã será festa ao Senhor (Êx 32.4-5).

Qual foi o resultado dessa festa idólatra ao Senhor? Deus os puniu severamente: Chegando ele ao arraial e vendo o bezerro e as danças. acendeu-se-lhe a ira, e arremessou das mãos as tábuas, e as quebrou ao pé do monte. Então tomou o bezerro que tinham feito, e o queimou no fogo, moendo-o até que se tomou em pó, e o espargiu sobre a água, e deu-o a beber aos filhos de Israel.

O teor religioso das festas juninas não passa de um ato idólatra quando se presta culto a Santo Antônio, São João e São Pedro.

Como crentes, devemos adorar somente a Deus: Ao Senhor teu Deus adorarás, e só a ele servirás (Mt 4.10). Assim, nossos lábios devem louvar tão-somente o Senhor Deus: Portanto, ofereçamos sempre por meio dele a Deus sacrifício de louvor, que é o fruto dos lábios que confessam o seu nome (Hb 13.15). O texto de Apocalipse 7.9 é um bom exemplo do que estamos falando: Depois destas coisas olhei, e eis aqui uma multidão, a qual ninguém podia contar, de todas as nações, e tribos, e povos, e línguas, que estavam diante do trono, e perante o Cordeiro, trajando vestes brancas com palmas nas suas mãos. E clamavam com grande voz, dizendo: Salvação ao nosso Deus, que está assentado no trono, e ao Cordeiro.

É possível imaginar um cristão cantando louvores a São João Batista? O cântico seria mais ou menos assim:

Onde está o Batista?.
Ele não está na igreja,
Anda de mastro em mastro,
A ver quem o festeja.

Lembramos a atitude de Paulo e Barnabé diante de um ato de adoração que certos homens quiseram prestar a eles: E as multidões, vendo o que Paulo fizera, levantaram a sua voz, dizendo em língua licaônica: Fizeram-se os deuses semelhantes aos homens, e desceram até nós. E chamavam Júpiter a Bamabé, e Mercúrio a Paulo; porque este era o que falava. E o sacerdote de Júpiter, cujo templo estava em frente da cidade, trazendo para a entrada da porta touros e grinaldas, queria com a multidão sacrificar-lhes. Porém, ouvindo isto os apóstolos Barnabé e Paulo, rasgaram as suas vestes, e saltaram para o meio da multidão, clamando, e dizendo: Senhores, por que fazeis essas coisas? Nós também somos homens como vós, Sujeitos às mesmas paixões, e vos anunciamos que vos convertais dessas vaidades ao Deus vivo, que fez o céu, a terra, o mar e tudo o que neles há(At 14.11-15).

Os Santos não Podem Ajudar
Normalmente, as pessoas que participam das festas juninas querem tributar louvores a seus patronos como gratidão pelos benefícios recebidos. Admitem que foram atendidas por Santo Antônio, São João Batista e São Pedro. Crêem também que esses santos podem interceder por elas junto a Deus. Entretanto, os santos não podem fazer nada pelos vivos. Pedro e João, como servos de Deus obedientes que foram, estão no céu, conscientes da felicidade que lá os cercam (Lc 23.43; 2Co 5.6-8; Fp 1,21-23). Não estão ouvindo, de forma nenhuma, os pedidos das pessoas que os cultuam aqui na terra. O único intercessor eficaz junto a Deus é Jesus Cristo. Diz a Bíblia: “Porque há um só Deus, e um só Mediador entre Deus e os homens, Jesus Cristo homem (um 2.5).

E mais:
É Cristo quem morreu, ou antes quem ressuscitou dentre os monos, o qual está à direita de Deus, e também intercede por nós (Rm 8.34).

Meus filhinhos, estas coisas vos escrevo, para que não pequeis; e, se alguém pecar, ternos um Advogado para com o Pai, Jesus Cristo, o justo. E ele é a propiciação pelos nossos pecados, e não somente pelos nossos. mas também pelos de todo o mundo (lJo 2.1-2).

Foi o próprio Senhor Jesus quem nos disse que deveríamos orar ao Pai em seu nome para que pudéssemos alcançar respostas aos nossos pedidos: E tudo quanto pedirdes em meu nome eu o farei, para que o Pai seja glorificado no Filho. Se pedirdes alguma coisa em meu nome eu o fareiro(Jo 14.13-14).

Quanto ao teor religioso das festas juninas, podemos declarar as palavras de Deus ditas por meio do profeta:

Odeio, desprezo as vossas festas, e as vossas assembléias solenes não me exalarão bom cheiro (Arn 5.21).

Como seguidores de Cristo, suplicamos, diante desta delicada exposição, que Deus nos conceda sabedoria para que consigamos proceder de uma maneira que o agrade em todas as circunstâncias, pois: “toda ação de nossa vida toca alguma corda que vibrará na eternidade (E. H. Chapin).

Algo em Que se Pensar
O Brasil é um dos maiores paises agrícola do mundo. Até conhecemos aquela frase elogiando as terras brasileiras: nas quais, "... em se plantando tudo dá". No entanto (pasmem), o governo está importando (isto é, comprando) de outros países arroz, feijão, trigo, café, cacau etc. Era para estarmos exportando, vendendo, aumentando o capital, e não comprando, pois temos terras de excelente qualidade. Um dos problemas da falta de produção agrícola é a desvalorização do "homem do campo". Sabemos que existe um êxodo rural muito grande, 80% da população brasileira vive nas cidades e somente 20 % vivem no campo. Não estaria as festas juninas contribuindo para formar uma imagem negativa de nosso povo da zona rural? Não é exagerado o ponto de vista em que sugere que a imagem do homem do campo por vezes é humilhada nas festas juninas.

Veja: qual criança se espelharia no típico caipira das quadrilhas de festas juninas? Quais delas diria: "quando crescer quero ser um caipira, ou homem do campo, com as roupas remendadas"? As crianças querem ser médicos, professoras, atrizes, pois estes não são humilhados nas festas juninas. As Festas Juninas inconscientemente ou não, servem mais para humilhar as pessoas do campo do que para honrá-las como pretendem; o caipira, quando não é banguela, é desdentado, seu andar é torto, corcunda por causa da enxada, a botina é furada, suas roupas são rasgadas e remendadas, uma alusão ao espantalho, um pobre coitado! - pois talvez seja assim que os grandes latifundiários vêem o caipira, e essa visão é reproduzida por nossas crianças nas escolas. Poderia isto ser chamado de FOLCLORE e CULTURA?

A Bíblia diz categoricamente que "o que escarnece (humilha) do pobre insulta ao que o criou" (Pv. 17:5). Disso decorrem problemas urbanos graves como o favelamento e os menores abandonados, pois como os "caipiras" não conseguem sobreviver no campo, pensam que na cidade encontrarão trabalho. A esse processo dá-se o nome de "Êxodo Rural". E o nosso país agrícola é desmatado, onde só se planta pasto para boi gordo, e expulsa o homem do campo.

Conclusão

Pare e pense: como vimos, todas as práticas encontradas nas festas juninas são rejeitadas pela Palavra de Deus. Será que Deus se agradaria de tais festividades, quando sabemos que elas desobedecem explicitamente o que Ele ordenou em sua santa Palavra? Será que os católicos realmente estão honrando a Deus com isso? Pense novamente: Se Deus rejeitou as festas de Israel que eram dedicadas somente a Ele [Amós 5:21-23] , mas que haviam sido mescladas com elementos dos cultos pagãos dos países vizinhos, não rejeitaria com mais veemência ainda as ditas festas "cristã" dedicada aos santos?

Matéria compilada e adaptada pela equipe editorial do CACP.
Fontes de consultas: Defesa da Fé - junho de 2002 nº45;
Jornal - Folha de Rio Preto, 22/06/2003;
Revista - Galileu Junho 2003 nº143;
Artigo do CACP - "As Maldições das Festas Juninas" - Pr. Afonso Martins;
Anotações particulares do Pb. Paulo Cristiano da Silva