terça-feira, 21 de agosto de 2007

LA NECESIDAD DE UNION

Por

Charles G. Finney

"Otra vez os digo, que si dos de vosotros se ponen de acuerdo en la tierra acerca de cualquier cosa que pidan, les será hecho por mi Padre que está en los cielos." (Mateo 18:19.)

1. Un individuo puede desear un avivamiento para la gloria de Dios y la salvación de los pecadores. Otro miembro de la Iglesia puede desear un avivamiento, pero por motivos muy diferentes. Alguno, quizá, desea un avivamiento para reforzar la congregación, a fin de que sea más fácil para ellos pagar los gastos con que sostener la obra. Otro desea un avivamiento para aumentar la Iglesia, hacerla más nutrida y respetable. Otros desean un avivamiento porque otros se han opuesto a ellos y han dicho mal de ellos, y quieren que se sepa que Dios los bendice. Algunas personas desean un avivamiento meramente por afecto natural, como el que sus amigos se conviertan y se salven.

2. Algunas veces se dedican a orar para un avivamiento, y se podría pensar que, por su fervor y su unión, podrían sin duda hacer que Dios conceda la bendición hasta que se descubre su motivación. Y ¿cuál es? Pues que su congregación está a punto de dividirse, a menos que se haga algo. O ven a otra denominación que les está ganando terreno, y no ven otra manera de contrarrestarlo que teniendo un avivamiento en su iglesia. Toda su oración es, pues, para conseguir que el Todopoderoso les ayude a salir de su dificultad; es algo egoísta puramente y, por lo tanto, que ofende a Dios.

3. Los padres nunca se ponen de acuerdo para orar por sus hijos de modo que sus oraciones sean contestadas, hasta que aceptan que sus hijos son rebeldes. Los padres, a veces, oran con gran fervor en favor de sus hijos, porque desean que Dios los salve, y casi piensan duramente de Dios si no salva a sus hijos. Pero, si quieren que sus oraraciones prevalezcan, deben tomar la parte de Dios en contra de sus hijos, aunque por su maldad y perversión Dios se vea obligado a enviarlos al infierno. Conocí a una mujer que estaba muy ansiosa por la salvación de su hijo, y acostumbraba orar por él en agonía, pero él seguía impenitente, hasta que al fin ella se convenció de que sus oraciones y agonías no habían sido nada más que los anhelos cariñosos del sentimiento materno, y no dictados por una justa perspectiva del carácter de su hijo como un rebelde pertinaz contra Dios. Y acabó convencida de que tenía que ponerse en oposición a su hijo como rebelde y que debía considerar que merecía ser enviado al infierno. Y entonces fue cuando se convirtió. La razón era que nunca había sido influida por el motivo correcto.

4. Supongamos que una iglesia llega a la idea de que los pecadores son criaturas pobres y desgraciadas, que vienen al mundo con una naturaleza con la que no pueden evitar el pecado, y que los pecadores son incapaces de arrepentirse y creer en el Evangelio, como lo son de volar a la luna, ¿cómo se puede considerar, con estas ideas, que el pecador es un rebelde contra Dios y que merece ser enviado al infierno? ¿Cómo pueden pensar que el pecador tiene la culpa? Y ¿cómo pueden tomar el lado de Dios cuando oran? Si no toman el lado de Dios contra el pecador, no pueden esperar que Dios tenga en cuenta sus oraciones, pues no oran por los motivos justos. No hay duda que una gran razón por la que muchas oraciones no son contestadas es porque el que ora, de hecho, está en favor del pecador en contra de Dios. Oran como si el pecador fuera un ser desgraciado, pobre, digno de compasión, y no un miserable culpable con toda la culpa. Y la razón es que no creen que los pecadores pueden obedecer a Dios.

5. Cuán frecuentemente hemos oído que la gente ora por los pecadores en este estilo. "Oh, Señor, ayuda a esta pobre alma a hacer Io que debe hacer; oh, Señor, hazle posible hacer esto o aquello." Este tipo de lenguaje implica que están tomando el lado del pecador y no el de Dios. No pueden orar con éxito hasta que entienden que el pecador es un rebelde, obstinado en su rebelión, tan obstinado que nunca, sin el Espíritu Santo, puede hacer Io que debería al instante, y que esta obstinación es la razón, la única razón, por la que necesita la influencia del Espíritu Santo para su conversión. La única base por la que el pecador necesita el agente divino, es para vencer su obstinación, y hacer que quiera hacer lo que puede hacer, y lo que Dios requiere que haga.

6. Si hay miembros podridos en la Iglesia tienen que ser quitados, y la Iglesia debe estar de acuerdo en echarlos. Si se quedan, son un reproche tal para la religión que impiden un avivamiento. Algunas veces cuando se hace un intento de expulsarlos, esto crea una división, y con ello cesa la obra. A veces los ofensores son personas de influencia, o tienen amigos y familiares que toman su parte, y hacen un partido y con ello crean un espíritu desfavorable que impide el avivamiento.

7. Confesiones plenas. Siempre que se ha hecho algo malo, tiene que haber una confesión plena. No quiero decir un reconocimiento frio y forzado, como: "He hecho algo malo, lo lamento"; sin una confesión del corazón, en toda la extensión de lo malo, mostrando que sale de un corazón quebrantado.

8. Perdón de los enemigos. Una gran obstrucción a los avivamientos se halla en el hecho de que individuos dirigentes y activos albergan un espíritu de falta de perdón y de revancha contra los que les han agraviado.

Pero si los miembros de la Iglesia se ponen verdaderamente de acuerdo en la confesión de sus faltas, y en tener un espíritu como el de Cristo, tierno, misericordioso y perdonador hacia los que ellos creen que les han agraviado, entonces el Espíritu descenderá sobre ellos en abundancia.

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